Un Hijo Nunca Olvida

02.11.2019

Palabras de Julián Jerez Zubiaurre a 18 años de la desaparición forzada de su padre

25 de octubre de 2019


Hoy me toca hablar a mí, en representación de la familia, porque Vivi me dijo que las tristezas le andaban cerrando la garganta y que nadie iba a entender nada si hablaba ella.
Como no sé cómo se hace esto, y no sabía cria que Galeano contaba en la que decía que tenemos dos memorias. La memoria individual, es como arrancar, me acordé de una historia que se termina corriendo el tiempo porque se muere con nosotros. Y la memoria colectiva, social, que es invulnerable, invencible, inmortal. La memoria que hacemos entre todos.
Con mi memoria individual, me acuerdo que tenía 16 años cuando desaparecieron a Darío, que Joaco y Germi tenían 15 y 11. Que Darío salió a trabajar un día como cualquier otro y nunca más lo volvimos a ver. Que a los dos meses de no saber nada de él, el país estalló. Me acuerdo de toda la gente que nos ayudó a sobrevivir ese final de 2001 en el que no sabíamos para donde correr.


Muchos andan ahora por acá, y les agradezco eternamente. Me acuerdo de mi casa llena de gente, de los bomberos saliendo a buscar, del pueblo saliendo a buscar, de las investigaciones, de las marchas, de los amigos y amigas de la escuela.Me acuerdo también que hay todavía gente que sabe lo que hicieron con Darío y no dice nada. A esa gente y a ustedes les cuento que luego de gestiones arduas (gracias siempre a Alberto y a Mecha) logramos que el ministerio de Seguridad de la Nación ofreciera una recompensa de $500 mil a quien aporte datos que puedan servir para dar con el paradero de Darío. Si hay gente temerosa todavía, que no tenga miedo. Que acá desde hace 18 años a los monstruos le damos pelea todos juntos. No hay nada que temer.Me acuerdo que los imputados por el encubrimiento de la desaparición de Darío son Jorge Grande, Daniel López, Cristian Ibarra, Alejandro Muñoz y Carlos Subirol.

 Que en el juicio nunca declararon y que pusieron todos los palos en la rueda posibles para que, con el paso del tiempo, la causa por encubrimiento prescribiera. La causa principal continúa abierta, y frente a esa prescripción de la causa por encubrimiento estamos trabajando, con el asesoramiento del CELS, para hacer una presentación en organismos internacionales por la responsabilidad del poder judicial argentino en la denegación de justicia que estamos sufriendo. Seguimos dando la batalla judicial porque acá no se rinde nadie. Los desaparecedores, que son siempre los mismos en toda la historia aunque el tiempo les vaya renovando las caras, tienen que hacerse responsables de sus actos y decirnos dónde están los desaparecidos, dónde está mi papá y qué fue lo que hicieron con él. Y eso que le hicieron, que nos hicieron a todos, no tiene que sufrirlo más nadie. Porque siendo indiferentes ante la impunidad, nada nos libera de que pueda volver a suceder. Porque el tiempo es cíclico y nunca deja de haber desaparecedores, pero hay momentos en que son mucho más fuertes.Y es entonces ahí cuando me pongo a pensar en la segunda memoria, la colectiva. Con la humildad de siempre, sabiéndonos chiquitos peleando contra monstruos, llevamos 18 años buscando a Darío y tenemos la responsabilidad de dar una batalla cultural capaz de generar conciencia. Por eso todos los 25 de octubre recordamos a Darío con este evento que busca ser uno de los tantos ejercitadores de memoria que se nos ocurren para que el reclamo sea popular y su desaparición no quede impune.Confluyen acá un montón de voluntades en el reclamo de justicia, y nos llena de fuerza y de orgullo saber que somos cada vez más los que llevamos este dolor en las tripas y que utilizamos el sufrimiento como motor de organización y acción.No nos escondemos. Salimos del sillón cómodo de casa para contarles cómo es vivir todos los días con la falta de Darío y dando la pelea por justicia. Es muy difícil para nosotros estar acá, desnudos, mostrándoles qué es lo que más nos duele en la vida. Pero es lo que tenemos que hacer. No podemos hacer menos. Estamos acá, parados y resistiendo gracias al aguante constante de todos ustedes. 

Por eso es nuestro deber ejercitar siempre la memoria colectiva.

18 años de lucha y los que vendrán tienen que servirnos para que nunca más permitamos la desaparición de nadie, y si eso llegara a suceder sepamos que solamente todos juntos, viendo qué carajo le pasa al que está al lado, podemos hacer la fuerza necesaria para la resistencia.El reclamo y la memoria son colectivos. No hay otra manera. Por eso existe Memoria Activa Darío Jerez, por eso los compañeros y compañeras de La Poderosa le pusieron el nombre de Darío a su local, por eso el Maratón, por eso la calle, por eso los murales, por eso un salón en el instituto, los pibes y pibas que suben a un ring de boxeo con remeras con el nombre de Darío, por eso Jóvenes yMemoria de Gral. Lavalle que están trabajando en Maipú sobre la vida de Darío como estudiante.Todo eso es un abrazo que nos calienta el alma. Si las madres y abuelas vienen exigiendo justicia desde hace más de 40 años, y siguen, nosotros también podemos hacerlo . A resistir se aprende resistiendo. Y así vamos dando la pelea por la justicia, con las manos rotas y la frente en alto. Sin recursos, a fuerza de coraje y guapeza nomás. Muertos antes que abandonando. Tratando de dejar semillas de conciencia para que el futuro sea un lugar menos triste. Dándole la batalla a los desaparecedores, a los encubridores, al poder judicial que se olvida de administrar justicia, que protege ricos y encarcela pobres. Y además de todo eso dándole batalla al paso del tiempo, que hace que los malos zafen de algunas persecuciones pero que también hace que se vayan personas buenas que se nos van muriendo mientras buscamos a Darío.

Los malos creen que tienen garantizada la impunidad de sus delitos porque después de 18 años nos tendríamos que cansar de exigir justicia. Si nos querían cansados, acá nos tienen peleando con la fuerza del primer día. Lograron que prescriba la causa por el encubrimiento, pero no nos pueden prescribir la valentía,no nos pueden prescribir la perseverancia, no nos pueden prescribir el amor. El amor de tres nenitos a su papá, el amor de mi madre a su compañero, el amor de mi abuela a su hijo.

Que vengan de a uno si piensan que no vamos a seguir dando pelea porque dispongan de mayores recursos legales. O que vengan de a muchos, o que vengan a bardearnos como quieran, acá somos un montón de incansables haciendo fuerte el aguante. Porque cuando sepamos qué fue lo que hicieron con Darío vamos a tener una sociedad mejor. Santa Teresita va a ser un pueblo mejor. Y además, porque Darío hubiera hecho lo mismo y más por cualquiera de nosotros.


Darío, PRESENTE. 

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